Fuerte repunte de todos los activos en el mes de enero, exceptuando el petróleo que recortó un -1,73%. Los indicadores macro relacionados con las empresas en EEUU, China y Europa han mejorado ligeramente, lo que no alteró los planes de subida de tipos por parte de los bancos centrales, que se concretaron en 0,50% en Europa y 0,25% en EEUU. A final de la primera semana de febrero se esperan los datos más importantes, los de empleo en EEUU, coincidiendo con los resultados y perspectivas a corto plazo de las empresas. Estas subidas son una respuesta contundente por parte de los bancos centrales al optimismo del mercado, no demasiado fundamentado, durante el mes de enero.
La economía americana cierra 2022 con mayor debilidad, a pesar del repunte del 2,9% en el cuarto trimestre, que en gran parte se explicó por el incremento de inventarios. El crecimiento subyacente, que principalmente consiste en consumo e inversión, ha sido débil, lo que apunta a una ralentización, sin duda, de la actividad económica en EEUU. Algunos componentes más cíclicos de la economía ya se han empezado a resentir, como es el caso de la vivienda, que ya presenta crecimiento negativo, mientas que el empleo todavía se muestra fuerte, aunque éste es un indicador más retrasado. Los salarios siguen subiendo, por lo que a la Fed le está costando controlar una inflación con la que no se encuentran cómoda, a pesar de que los últimos datos de que apuntan a un descenso. Esta circunstancia apuntaría a que los tipos todavía subirán a lo largo del primer trimestre de 2023, lo que coincide con el mensaje de la FED tras su reunión del 1/2 de febrero.
La mayor parte de la renta variable repuntó en enero, tras las caídas importantes del mes de diciembre, donde los valores no estadounidenses obtuvieron mejores resultados, en particular los de mayor riesgo y peor calidad. El sentimiento del mercado mejoró, cambiando el paso respecto al pesimismo de los trimestres anteriores. Sin embargo, este cambio de sentimiento puede no ajustarse a una realidad económica que aún ha dado pruebas de encontrarse en fase de recuperación sostenida, y nada garantiza que esto tenga necesariamente que suceder a corto plazo. La inflación acumulada desde hace ya dos años dejará sentir sus efectos, y se espera que las empresas se enfrenten a mayores costes y ventas menores, lo que bajaría las expectativas de beneficio para el 2023. En este sentido, serán reveladores los resultados y previsiones que se publiquen durante este mes de febrero.
El oro repuntó con fuerza en enero (+5,72%) y el USD cayó ligeramente (-1,46%), situándose cercano a 1,10 EUR/USD. El diferencial entre los tipos de interés tampoco justifica la fortaleza del USD, ya que cada vez es menor, en buena medida está purgando los excesos de los últimos meses. A pesar de la caída de más del 10% desde septiembre, todavía podría debilitarse más a lo largo del 2023, con el nivel de 1,15 como referencia máxima. La debilidad del USD mejora las perspectivas de rentabilidad de algunos activos, en particular los relacionados con los mercados emergentes, tanto bonos y renta variable como divisas.
Los inversores pueden aprovechar este trimestre para comprar la renta fija que prevean tener en su cartera durante los próximos tres años, preferiblemente con una estrategia buy & hold, ya que es poco probable que los tipos sigan subiendo mucho más allá de los niveles actuales. Sin embargo, aún somos cautos con la renta variable, nos plantearemos quitar cortos en el fondo asesorado Gestión Boutique III – Neo Activa, y recuperar posiciones en renta variable de las carteras directas, tras las bajadas de mercado que esperamos se producirán cuando los mercados dejen de luchar contra la FED.