Cerramos el año con cifras en máximos históricos de inflación, el final de una era de políticas monetarias ultra laxas, el final de China como máquina de crecimiento exportadora de deflación, los ataques políticos al comercio global, el incremento de costes de la descarbonización y, por si fuera poco, los conflictos geopolíticos centrados en Ucrania y Rusia. Los mercados de renta variable y renta fija cayeron en diciembre, ante las subidas de rentabilidad de los bonos. La renta variable americana ha sido el mercado más débil del año, patrón que se repitió en diciembre ante los comentarios pesimistas de los bancos centrales, que dañaron especialmente las acciones de crecimiento.
La fuerte volatilidad en el año, tanto en los mercado de renta variable y renta fija como en el de divisas, muestra el nerviosismo de los inversores. Así, el USD volvió a caer en el mes de diciembre un 2,79%. El oro, sin embargo, ante la volatilidad de todos los activos, subió un 3,14%, acabando el año sin cambios.
Estamos traspasando poco a poco las posiciones que teníamos en monetario en las carteras hacia renta fija, empezando con crédito corporativo pero sin descartar entrar en menor proporción en alta rentabilidad. La renta fija corporativa ahora es una pieza clave para ayudar a diversificar el riesgo de mercados de las carteras.
En este inicio del nuevo año, no hay duda de que los desafíos van a ser importantes para los inversores. La expectativa de una recesión en EEUU y Europa nos inclinan a pensar que las rentabilidades que se obtendrán en el año 2023 serán modestas. Lo cierto es que, tras las caídas fuertes del 2022, con el endeudamiento de familias y empresas relativamente controlado y el mercado laboral sólido, los analistas que pronostican caídas esperan que sean menores que el año pasado. Es de esperar que los bancos centrales, que tan pesimistas comentarios emiten ante las presiones inflacionistas, en especial el BCE, ante los riesgos de paralización de crecimiento se planteen frenar las subidas de tipos de interés en el primer trimestre 2023. Los riesgos de recesión se han incrementado sustancialmente, a medida que la actividad manufacturera, en particular, se ha debilitado.
Si finalmente la inflación cae y hay un mensaje claro del final del ciclo de subidas de tipos de interés por parte de los bancos centrales, podría generarse una base de recuperación de los mercados y el final del ciclo bajista. Un escenario de recesión suave acompañado de una caída de la inflación sería suficiente para estimular una recuperación del mercado. El riesgo es que se tengan que empezar a bajar tipos por un incremento de riesgo de recesión y que los mercados no tengan tiempo de recuperar.
Seguimos pensando que el área geográfica mejor preparada para esa recuperación de la renta variable es EEUU, que es donde mayor confianza tenemos en la resiliencia de los beneficios. También es cierto que el conflicto entre Rusia y Ucrania ha afectado más negativamente a Europa, por lo que nos sigue pareciendo menos interesantes, a pesar de las valoraciones peores.