El pasado jueves, Mario Draghi administraba otra dosis de droga a los mercados, anticipando que en diciembre el BCE podría dar otra vuelta de tuerca a su política monetaria expansiva. Consecuencias inmediatas:
la bolsa europea reaccionó una vez más al alza (+3,4% desde el anuncio), más pendiente de los euros que podrían caer del cielo que de las motivaciones que mueven a Draghi, es decir, que la economía europea continúa sin arrancar. Con esta subida se gasta el penúltimo cartucho del BCE, y se inicia un nuevo tiro parabólico de los mercados – parabólico porque las subidas artificiales cada vez duran menos: la pérdida de lo ahora ganado llegará más pronto que tarde porque se trata de subidas sin fundamento económico, sólo financiero.
la renta fija, en una reacción ahora sí coherente con el anuncio del BCE, ha vivido bajadas en rentabilidad y por tanto subidas en precio (bund alemán +1,37%, bono español +2%).
el mercado estaba pendiente de una subida de tipos en EEUU (los ojos de todo el mundo están puestos en diciembre) y un nuevo relajamiento de la política monetaria en Europa (coincidiendo con aquélla), ya que provocarían una subida inmediata y sostenida del dólar. Tras el anuncio de Draghi, que abría la puerta a esta opción, el dólar subió algo más del 3%.
Este movimiento de los mercados resucita el debate respecto a la menor diversificación que la renta fija aporta a la renta variable, y por tanto a la necesidad de revisar las políticas de gestión de los fondos mixtos. Resumimos brevemente los motivos:
1) Como activo de inversión, la renta fija tiene limitadas las ganancias en precio, pero no así las pérdidas.
Este gráfico muestran la evolución de la rentabilidad del bono alemán a 10 años, la referencia en Europa:
Fuente: Bloomberg
La rentabilidad actual del bono alemán es del 0,44%, si llegara a igualar los mínimos de abril (0,075%), la revalorización en precio sería de aproximadamente +3,20%. En una cartera que invirtiera un 25% en renta variable y un 75% en renta fija, esta revalorización aportaría a la cartera una rentabilidad del 3,25% x 75% = 2,40%, por tanto, podría compensar una bajada en la parte de bolsa de la cartera de 2,40%/0,25% = 9,60%. Por otro lado, se mantiene el riesgo de bajada en precio si los tipos suben.
Este caso parece optimista, pero la situación se agrava si consideramos que la gran mayoría de los fondos de inversión mixtos no tienen comprados activos con vencimiento a 10 años, sino a 5 años o menos. En este gráfico del bono alemán a cinco años vemos que la rentabilidad actual (negativa) es de -0,145%, muy cerca ya de los mínimos de abril. Su capacidad para subir en precio es casi nula.
Fuente: Bloomberg
Al problema del precio, hay que añadir el de los cupones. Los bonos van venciendo en las carteras, y son sustituidos por otros recién emitidos con cupón mucho menor (el 10 años alemán emitido en agosto paga un cupón del 0,88%) o por bonos adquiridos en el mercado, que por definición proporcionan la misma rentabilidad que los recién emitidos (la rentabilidad de todos los bonos del gobierno alemán con vencimientos hasta el 7 años es negativa).
Este análisis es muy simplista, pero sus conclusiones son válidas. Además, es extensible al bono americano y a los activos de renta fija de mayor riesgo (empresas con calidad crediticia, high yield, emergentes), cuyo comportamiento es igual al de los bonos americano y alemán, más o menos la variación en precio provocada por la percepción que en cada momento tengan los inversiones respecto al riesgo del emisor.
2) Como activo en una cartera, la renta fija ya no diversifica el riesgo de la renta variable
La evolución de la renta fija desde el inicio de la crisis ha venido marcada por las compras masivas de los bancos centrales, que han hundido las rentabilidad y subido los precios más allá de lo que aconsejaba la realidad económica. La respuesta de muchos gestores de fondos ha sido cambiar los activos de renta fija más seguros pero menos rentables por otros de mayor riesgo y mayor rentabilidad, pero cuya evolución está más ligada a los movimientos de las bolsas: gobierno alemán por español, italiano o portugués; empresas de mejor rating por emisores high yield.
Como consecuencia, la renta fija de las carteras ha perdido gran parte de su capacidad para compensar los vaivenes de las bolsas, y estos fondos tradicionalmente tranquilos responden de manera más agresiva a las novedades de los mercados, como vimos en las bajadas de agosto y en las subidas de este mes, en especial tras las declaraciones de Draghi.
Conclusiones y alternativas de inversión
Tras unos ejercicios en los que la renta fija ha consumido el combustible que tenía para varios años, como activo de inversión hoy ofrece poco que ganar y mucho que perder en el medio plazo, y como activo dentro de una cartera ha dejado de cumplir su papel diversificador. Si la renta fija sólo puede aportar pérdidas en precio, es preferible no mantenerla en cartera. Hay que evitar aquellos fondos que inviertan toda su cartera en activos de renta variable y renta fija, confiando en que las ganancias en los segundos compensarán a medio plazo posibles pérdidas en los primeros.
Desde la perspectiva de la cartera en su conjunto, y como alternativa a la renta fija, se pueden adoptar una o varias de estas estrategias:
sustituir activos de renta fija por liquidez. No aporta rentabilidad ni diversificación, pero se elimina la posibilidad de pérdidas. Hace tiempo que realizamos este movimiento en las carteras.
invertir en una cartera de bonos diversificada, y mantenerla hasta vencimiento en espera de que pase el chaparrón. La rentabilidad aquí es conocida desde el momento de la compra, pero no se puede olvidar el riesgo implícito que tienen los emisores de los bonos.
cambiar el estilo de gestión de la cartera: sustituir activos de renta fija y de renta variable por fondos de «retorno absoluto», es decir cambiar riesgo de mercado (ganar cuando el mercado sube y perder cuando baja) por riesgo de gestor (capacidad de obtener beneficios de manera no direccional respecto al mercado). También hace tiempo que comenzamos a implementar de manera gradual este cambio en nuestras carteras, y es la estrategia que concentra ahora el grueso de la acción comercial de las gestoras de fondos.